sábado, 17 de marzo de 2012

Y paso la noche buscandote en el fondo del mar...

te busco en la playa, tu forma sé que aparecerá...
Sólo tengo que hacer, un castillo de arena bajo tus píes...

jueves, 15 de marzo de 2012

FIRE

Sonó la alarma. Valeria abrió los ojos de golpe y dirigió la vista al despertador.
Eran las 7 de la mañana. No tenía nada de ganas de volver a la rutina del instituto, después de un fin de semana de fiesta en el barrio Tríada, el barrio más peligroso de la ciudad en la que vivía, tocaba volver a la realidad de los estudios.
Valeria era una adolescente de 16 años, bajita, pelo rizado largo y dorado. Siempre había sido la hija que todos los padres soñaban tener, esa alumna ejemplar de sobresalientes. Pero algo había cambiado en ella...
El verano pasado Valeria había tenido un enfrentamiento con sus padres sobre el tema de los horarios por la noche. Le exigían mucho. Así que ella se había vuelto en contra y evitaba cualquier tipo de conversación con ellos. Además de no hablarse con sus padres, Valeria sólo tenía una amiga en la que confiar, Claudia.
Claudia era la chica que volvía locos a todos los chicos. Era alta, su pelo era largo y castaño y tenía un cuerpo envidiable. Claudia y Valeria eran inseparables. Pero Valeria estaba acomplejada. Vivía con la idea de que su mejor amiga siempre iba a ser más guapa que ella. Le daba igual que la gente pensara que era una alumna ejemplar. Ella quería ser la chica modelo y tener a todos los chicos detrás de ella, como lo era Claudia.
Desde el verano pasado Valeria había comenzado a tener problemas con la alimentación, había dejado de comer, y si lo hacía, recurría a los vómitos.
Ella sabía que aquello lo único que hacía era perjudicarla, pero estaba demasiado ciega, ella sólo quería conseguir el cuerpo envidiable con el que soñaba todas las noches. Estaba tan metida en su mundo, en el que se mataba a hacer deporte e intentaba comer lo menos posible, que no se dio cuenta de que eso estaba afectando gravemente a sus estudios. Empezó a suspender. Todos los profesores le preguntaban qué que le pasaba. Ella nunca contestaba. No quería ver a nadie, iba por la calle y veía esos cuerpos de revista y se odiaba por no ser como ellas...
Valeria se levantó de la cama,  fue al aseo, se miró al espejo y maldijo su reflejo como lo hacía todas las mañanas. Decidió no ir al instituto, no tenía fuerzas y tampoco quería que la gente comenzara a preguntar por su estado de ánimo. Se vistió rápidamente y salió de su casa. En el ascensor sacó el móvil. Llamó a Jota. Necesitaba airearse un poco. Quedaron en el parque Viquel del barrio de la Tríada.
Allí estaba Jota con Pablo y Aitor, Valeria los había conocido el fin de semana pasado.
Ella sabía que esos chicos estaban metidos en el mundo de la droga. Pero ella se sentía bien con ellos. Les daban todo tipo de pastillas y hierbas para que se sintiera lo mejor posible y olvidara los sentimientos que rondaban por su cabeza. Claudia se había enfadado con ella porque le había pillado consumiendo escondida en los aseos del instituto.
Claudia había intentado ayudar a Valeria, pero ésta se había negado y había huido.
Valeria llegó a su casa a la hora de comer. Su madre había hecho su plato favorito, lasaña. Pero ella no tenía ganas de comer. Estaba mal por haber discutido con Claudia, y sabía que haberse fugado hoy no iba a arreglar las cosas con ella. Decidió llamarla, pero no obtuvo respuesta.
Cogió el ordenador y se conectó al Tuenti. Nada. No estaba conectada. Estaría comiendo- pensó.

Salió decidida por la puerta de su casa dejando atrás los gritos de su madre por no haber comido. Vio que el ascensor tardaba mucho. Bajó corriendo por las escaleras. En el postigo estaba Daniel, era el nuevo vecino. Se había mudado hacía unos cuantos meses y la verdad es que Valeria había pensado en él en varias ocasiones.
No había hablado con él, pero por la apariencia juraría que tenía 18 años. Era alto y moreno, tenía cuerpo atlético y una sonrisa que enamoraba. Valeria no se lo pensó dos veces y se sentó al lado suyo.
-Hola…- dijo Valeria con voz entrecortada.
-Buenas...-Respondió Daniel con la sonrisa encantadora.
-Mi nombre es Valeria y vivo en el octavo.
-Ya, te he visto varías veces por aquí, y de todas formas, esos preciosos ojos son difícil de olvidar.
Valeria se sonrojó, no podía creer lo que estaba oyendo. Aquel chico, que a todas las de su clase, incluida ella, volvía locas, le estaba alagando.
-¿Quieres dar una vuelta y tomamos algo?-dijo Daniel al darse cuenta de las rojadas mejillas de su compañera.
-Claro, pero ya he comido.- mintió Valeria.
-Espérate aquí, voy a coger la vespa. Quiero enseñarte un lugar. -Daniel se levantó y salió del postigo.
Volvió a los cinco minutos con la moto que había visto tantas veces aparcada enfrente del edificio. Daniel le pasó el casco, y Valeria subió a la moto.
Rápidamente recorrieron toda la ciudad de Taurus, pasando por el puente Momo, la plaza Breme y el barrio Tríada. Valeria pudo ver a Aitor con Amanda, su nueva pareja, sentados en el banco donde había estado sentada esa misma mañana. Valeria se sentía bien, libre, volvía a ser una niña pequeña y se reía sin razón. Pasaron las afueras y llegaron a una especie de pantano. Bajaron de la moto. Valeria estaba emocionada. Daniel le cogió de la mano y la llevó por una senda. Estuvieron cinco minutos andando hasta que llegaron a una cascada. El paisaje era precioso.
-Aquí suelo venir cuando estoy mal y necesito pensar en mis cosas.- dijo Daniel.
-Es precioso. -contestó Valeria con un nudo en la garganta.
-Sé todo lo que te pasa Valeria, y no deberías hacer lo que estás haciendo. Sé que lo que te diga no va a servir para nada pero necesito que lo sepas- Valeria tragó saliva y miró fijamente a aquel joven de sus sueños escuchando detenidamente cada una de sus palabras.-Pero la primera vez que te vi, me enamoró tu sonrisa, tus ojos marrones, tu pelo rizado color del trigo...No he dejado de pensar en ti desde esa vez. Te he estado siguiendo al instituto y al parque Viquel, he estado estudiando cada paso que has dado y todo lo que has hecho en estos últimos meses. Sé tu problema y he de decirte que me encantas tal como eres.
Valeria escuchó todas esas palabras y comenzó a llorar. Daniel se dio cuenta, paró de hablar y corrió a abrazarla.
-No llores Valeria, lo siento si te han hecho daño mis palabras, pero quiero que sepas que son ciertas. Valeria dejó de llorar y miró a Daniel. Él la cogió de la cara y la besó en los labios. Valeria se sorprendió y se dejó llevar por aquel beso dulce. De repente no pensaba en nada, se sentía bien con aquel chico. Volvía a ser ella y todos aquellos horribles pensamientos habían desaparecido.
-Prométeme que no lo volverás a hacer y que comerás...
-Pero no sé si podré…
-Prométemelo.
-Te lo prometo.
Pero Valeria sabía que aquellas palabras sólo durarían hasta la hora de la cena...

domingo, 4 de marzo de 2012

jueves, 1 de marzo de 2012

Ahora escúchame tú a mí...
Estás hecho de la madera de los grandes, pero tienes que tomar el timón y trazar tu propio curso... ¡No te rindas, a pesar de las borrascas! Y cuando llegue el momento, ¡tendrás la oportunidad de probar el corte de tus velas y demostrar lo que vales! Y yo espero poder ver la luz que tus velas...